¡Oh, glorioso san Cipriano!,
fortaleceme en estos difíciles momentos,
tú que fuiste defensor contra todo maleficio
de hombres y espíritus diabólicos,
de serpientes y animales venenosos
y de todo hechizo y hechicería,
defiéndeme, líbrame, protégeme
de todo mal, magia, maldad y enemigo.
Oh, bendito san Cipriano,
yo a ti acudo, a ti clamo y suplico
que me libres de todos los daños,
conocidos y por conocer.
Te pido que me preserves de todo peligro
ya sea próximo o lejano,
líbrame de encantamientos,
de toda maldición, conjuro o hechicería,
que ni envidias ni malos ojos,
ni traiciones ni magia negra
perjudiquen mi vida ni me lastimen.
Te ruego me des tu amparo
y que desarmes a todos mis enemigos,
carnales y descarnados,
que me salves cuando sea perseguido,
que interpongas para con Dios,
tu influencia y santidad
para que ningún maleficio o influjo
me pueda dañar y afectar.
Te llamo y imploro con todo mi ser
hagas que pueda vencer
en las duras batallas por las que paso,
que hoy y siempre me vea libre
de malas gentes, de malos deseos,
de odios, celos y rencores,
que tu santa protección me acompañe
y tu poder me defienda,
que tu patrocinio me resguarde
en todo mal momento y situación.
San Cipriano, dame tu bendición,
tiende tus manos y dame tu favor,
haz que consiga remedio
en esto que me atormenta y lastima,
en esto que es causa de mi amargura:
(decir el problema y lo que se desea conseguir).
Concédeme poderoso san Cipriano
los beneficios de tu mediación
y corta y elimina el mal a mi alrededor,
que me vea libre y alejado
de todo lo que me impide avanzar
y llegue a mi y a mi hogar paz y tranquilidad,
para que así pueda seguir alabando
por siempre al Altísimo.
Que El me llene de paz,
de justicia y de amor,
en medio de mis tribulaciones
y que un día nos encontremos todos
en el Reino de los Cielos.
Con fe te he acudido a ti,
venerado san Cipriano,
tengo seguridad que me has escuchado,
con esperanza he solicitado tu ayuda,
y confío en recibirla en breve,
gracias te doy por ello.
Por Jesucristo nuestro Maestro,
nuestro hermano y buen Señor.
Amén.
Rezar con mucha devoción tres Padrenuestros,
tres Avemarías y tres Glorias.
Repetir la oración y los rezos tres días seguidos.
Es aconsejable prender una vela verde oscuro,
o marrón, o azul oscuro, o blanca,
cualquiera de los tres días,
y dejar sin apagar hasta que se consuma del todo